Está demostrado que, debido a la ingesta de alimentos muy duros, los egipcios padecieron de enfermedades odontológicas graves. Por esa razón, la extracción era una praxis común para aliviar infecciones dentales. Es probable que estos primeros dentistas perforaran agujeros a través del cortical de la mandíbula para aliviar la presión producida por exudados purulentos asociados a los abscesos dentales. Muchos cráneos antiguos presentan evidencia de traumatismos dentales, en parte, debido a la precaria naturaleza de la vida en esos tiempos y a las continuas guerras.
La pérdida traumática de los dientes era frecuente, la oclusión defectuosa también. Los cráneos de los faraones presentaban, muy a menudo, clara evidencia de protrusión severa de los dientes superiores. Se ha podido comprobar que los dentistas de la época usaban sistemas de amarre con hilo de oro, de piezas que cubrían con un hueco por razones estéticas. La pieza colocada para cubrir el hueco era sacada de un cadáver y, tras su limpieza y ajuste a la cavidad en la que debía rellenar la faltante, esta pieza era sujetada por un amarre con hilo de oro, estableciendo lo que se puede considerar como un puente dental primitivo, en vez de una corona dental. La prótesis quedaba sujeta por un anillo metálico en cada pieza vecina.