Evaluación del dolor en niños.

A veces, como profesionales de la salud, cuando atendemos niños, nos resulta difícil saber cómo actuar ante el dolor de nuestro pequeño paciente porque no sabe cómo explicarnos cómo se siente.

A partir de los dos años, los niños pueden expresar que algo les duele, porque ya tienen adquirida una gran capacidad de lenguaje. A pesar de ello, el niño no puede describir la intensidad del dolor o el tipo de síntoma. Por eso se han desarrollado escalas para medir el dolor. Por ejemplo, para niños de 4 o 5 años las escalas de dolor consisten en imágenes de una cara con distintas expresiones de dolor que va del nivel leve a un nivel intenso (Escala Kuttner & Le Page o la escala de Bieri).

Otra forma de medir el dolor en niños de 5 años en adelante es utilizando una escala numérica que puede ir del 0 al 10, siendo 0 “sin dolor” y el 10 “el peor dolor posible”.

Los niños mayores, de 12 o 13 años pueden expresar la intensidad de su dolor en respuestas más elaboradas a cuestionarios específicos, muchos de ellos suelen ser instrumentos que el médico o el dentista elabora para utilizarlos en el consultorio.

Con los pequeños, además de las escalas mencionadas, se pueden utilizar comparaciones que para ellos son muy familiares. Por ejemplo: para ellos es más fácil medirlo en distancia, entonces le podemos pregunta: “¿De aquí hasta dónde te duele?” Cuando hacemos este tipo de preguntas debemos investigar a qué “medida” corresponde esa distancia. Por ejemplo, para un niño “de aquí a la Luna” puede ser mucho dolor, mientras que para otro puede ser lo mínimo.

Muchos médicos suelen evaluar la respuesta fisiológica como la expresión facial, los movimientos corporales, el llanto, la sociabilidad y si se calma cuando se le consuela. Esta forma de evaluar el dolor es efectiva cuando el paciente tiene problemas para describirlo, como en pacientes con alguna limitación física, ancianos o bebés.

“¿De aquí hasta dónde te duele?” Cuando hacemos este tipo de preguntas debemos investigar a qué “medida” corresponde esa distancia. Por ejemplo, para un niño “de aquí a la Luna” puede ser mucho dolor, mientras que para otro puede ser lo mínimo.

Tanto en el niño como en el adulto, el dolor físico produce sufrimiento, por eso es importante que podamos establecer un “rapport” (relación de empatía) para que el paciente se comunique con más confianza y se muestre más dispuesto al tratamiento. En la mayoría de los casos con niños, el nivel de dolor suele ser el factor determinante para que el pequeño paciente coopere para poder tratarlo.

CH